Sobre el duelo by Chimamanda Ngozi Adichie

Sobre el duelo by Chimamanda Ngozi Adichie

autor:Chimamanda Ngozi Adichie [Chimamanda Ngozi Adichie]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2021-03-10T06:18:18+00:00


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Las pasadas navidades, en la fiesta de inauguración de la casa de campo de mi hermana Ijeoma, mi padre fue el patriarca y el centro de atención, sentado en medio del salón, bendiciendo la nuez de cola, sorbiendo un poco de champán a pesar de que apenas bebía, y contando anécdotas. Los parientes llegaban y pasaban directos a presentarle sus respetos. En algún momento de la tarde mi padre recibió un WhatsApp, pero no dijo nada hasta que regresamos a casa, por la noche. Me pasó el teléfono y dijo: «Lee esto. Por lo visto ese hombre se ha vuelto loco».

«Ese hombre» era el multimillonario que pretendía apoderarse de una vasta extensión de las tierras de nuestros ancestros en mi pueblo natal, Abba. La tierra es la joya de la cosmología igbo, y su propiedad suele tener que ver con viejas historias: el abuelo de qué abuelo la trabajó, qué clan migró y qué clan era indígena. La tierra también es la espina de numerosas disputas; conozco familias extensas destrozadas por peleas a causa de un pedazo de tierra demasiado pequeño para aparcar un coche. La gente de Abba llevaba décadas trabajando las tierras en cuestión, pero al final de la guerra de Biafra, con todo el territorio igbo sumido en el caos, desaparecido el viejo orden y por establecer aún el nuevo, la población vecina de pronto las reclamó. Abba acudió a los tribunales y el caso lleva años empantanado. Muchos en Abba creían que el multimillonario estaba detrás de varios arrestos y detenciones arbitrarios de aldeanos, acciones que pretendían asustarlos para que renunciasen a las tierras. Demolieron un mercado. Derribaron muros de recintos. (El hermano de aquel hombre rebatió las acusaciones en una entrevista en The Guardian.) En Abba nadie tenía los medios ni los contactos políticos del multimillonario, pero había un empresario sin pelos en la lengua, Ikemba Njikoka, que financiaba los gastos legales de mi pueblo y denunciaba públicamente la conducta de aquel hombre. Recibió amenazas. El mensaje de WhatsApp del móvil de mi padre lo había reenviado Ikemba Njikoka, y en él decía «van a arrestarte» en la asamblea municipal del fin de semana.

Mi padre, que no domina WhatsApp, no se dio cuenta de que era un mensaje reenviado y pensó que iban a detenerlo a él. Por eso llevaba preocupado todo el día.

—Tendrías que haber dicho algo antes, papá —le dije.

—No quería estropearle el día a Ijeoma.

Me enfurece que las acciones de un supuesto e insignificante filántropo sin escrúpulos, ebrio del dinero del petróleo, nublaran los últimos meses de mi padre. Me enfurece cuánto me preocupaba la seguridad de mis padres, sobre todo a finales de 2019, cuando el multimillonario emprendió una campaña descarada contra mi pueblo. «Está mal», solía quejarse mi padre, con un estremecimiento moral, como si le resultara inconcebible que un nigeriano rico actuara de esa manera. Al igual que cuando se trataba de poner en tela de juicio la negligencia profesional —un fenómeno tan común en Nigeria que resulta hasta normal—, cada ejemplo del que se enteraba mi padre le horrorizaba.



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